Noche de Chicas I

"Ummm… ugh, ¿qué demo-", por alguna razón yacía en medio de la playa. No lo recordaba bien, pero logró saborear la suave arena blanca llena de silicio y sal cuando despertó. Estaba en medio de la nada, una playa totalmente desierta, con una montaña implacante y verde mirando a la playa, "¿cómo demonios?" Se recompuso abriendo y cerrando los ojos lentamente. Se tomó la cabeza como si se la fueran a arrancar; hubo un leve estallido en su cabeza, como si la hubieran pateado, o si fuera un hombre, como si le hubieran estrujado las nueces.

El dolor era insoportable, pero fue como un rayo, y se desapareció. Se levantó, aún tomando su cabeza con su mano derecha y viendo a lo lejos, borroso, cegada por el sol del alba, tambaleándose un poco. Sus primeros pensamientos fueron de extrañeza, estaba perdida, y como si tu vida dependiera de ello… "Oh por amor a Dios, ¡Ryûnosuke!" Que nombre tan largo, pensó primero; luego recordó que no debía perderla. "¡RYU! ¡RYU!", gritaba fervientemente en medio del pequeño desierto con agua salada. Claro que no le iba a contestar, en el lugar en que estaban, era claro qué le había pasado.

Nuevamente el dolor, y volvió en sí, "oh señor, ¿qué demonios hice con Misha? Ni si quiera sé por qué demonios la traje, este no era lugar para ella… ¡UHHH!". Chilló para sí misma, un chillido ahogado por la desesperación, la incertidumbre de «¿qué demonios pasó ayer?». Vio a lo lejos, en el mar, "¿qué demonios hace un pulpo a la orilla de la playa?", se preguntó. Probablemente alguien lo había dejado por ahí, ¿pero quién demonios podría estar por ahí? De pronto, recordó qué mierda más se le había escapado.

Aún llevaba la sudadera y el pantaloncillo hecho de bluejean. Se los quitó sólo para no mojarlos como tonta si no era lo que buscaba. No estaba preocupada, por suerte seguía con su sostén y sus bragas de mulas de colores. Se metió en el mar, caminó un poco, aún los pies le llegaban al suelo en donde estaba, "la puta madre, ¡Casandra! ¿Sigues viva? ¡Responde!". Si era lo que buscaba. No respondía.

Probablemente fuera porque le iban a arrancar la cabeza una vez supieran lo que había hecho ayer, o porque sentía que la había matado por su culpa. En su puesto, muchos mueren todos los días, pero nada como una mujer mitad pulpo, mitad pez abisal, mitad entidad lovecraftiana. Unas burbujas emergieron del cuerpo cubierto por algas blancas que yacía boca abajo y flotando. Eris la levantó y la cacheteó, repetidas veces, ¡que despertara!

"Ummgh…", también estaba cegada por el sol. Probablemente fuera por sus ojos, el resplandor caía más fuertemente en ella que en una persona normal. El Sol era como el diablo en persona en ese momento para Casandra. Luego, un estrujón de nueces. Casandra gritó momentáneamente y volvió a tirarse al agua, haciendo burbujas y girando como rueda de automóvil. Eris se quedó observándola, no sabía cómo reaccionar, solamente, vio, hasta que logró calmarse.

"Por Gebulé, ¡que dolor! Ummm…", delante de sus ojos pasó el rostro de Eris, "¡Tú! Maldita perra, te voy a…".

Eris sabía que le iba a volar los dientes de un tentaculazo si no hacia algo. "¡ESPERA UN MOMENTO POR FAVOR! Puedo explicarlo", mentira, no podía.

"¿¡Cómo sabarandangas explicas este dolor en mi cabeza!? ¡Obviamente fue esa cosa que me diste de beber ayer!".

Definitivamente no eran anfetaminas. No, no, no, eran una afición de Eris, pero dijo tomar, no comer. Era un punto importante. ¡Claro que sí! Lo tuvo en la punta de la lengua, "¿anís añejo? Espera, y…", eso era caer bajo, de todos modos, empezó a tocar su barriga, como si buscara algún signo de alguna enfermedad, "sí, y ácidos" Por amor a Dios, debió darle vergüenza. No se podía caer más bajo.

"¿¡Y qué coño es eso!?", volvió a preguntar Casandra, ya con su tentáculo como una lanza, lista para atravesarla.

"Pues… oh Dios, me da hasta asco describirlo. Ni si quiera sé por qué te di de beber eso… te di, ¡LES DÍ! ¿Dónde están las demás?"

"¿No lo recuerdas?", Casandra estaba confundida. Se suponía que Eris las tenía que cuidar, y…

"¿Qué pasó ayer? ¿Dónde están?", y claro que no recordaba un carajo. "Supongo que tú puedes aclararme las cosas, tienes una buena memoria."

"Para mi desgracia. Eso hace que los recuerdos sean más dolorosos. Vamos a la orilla, supongo que estarás buscando a Ryu, no está lejos de aquí. Supongo que ya estará tiesa."

Eris y Casandra salieron del mar. Hacía una fuerte ventisca para ese momento. El Sol vespertino ya se había convertido en un simple Sol, lo que hacía resaltar más las cabelleras rubio y naranjo que se extendían libremente. Casandra no tenía problemas con el frio, Eris temblaba como prepúber descubriendo los placeres de sí misma. Corrió alrededor de sí sólo para calentarse. Si las tetillas fueran espadas, probablemente Eris hubiera asesinado a todo un batallón con ellas, pues estaban congeladas. Y claro, no tenía con qué secarse.

Pasó un rato, y por fin pudo secarse algo. Logró colocarse sus prendas nuevamente, y aún temblando, siguió a Casandra hacia el lugar donde estaba Ryu.

Mientras caminaban, Eris volvió hacia Casandra, "ya pues, ¿qué fue lo que sucedió?"

Casandra aún la miraba con ganas de matarla, pero tomó aire. Le daría tiempo de contarle lo que había pasado antes de llegar a Ryu, "muy bien, la cosa comenzó cuando activaste las alarmas en el Sitio-35, al menos para mí."


"¡ALERTA DE BRECHA DE CONTENCIÓN! ¡ALERTA DE BRECHA DE CONTENCIÓN! LOS SIGUIENTES OBJETOS SCP-ES HAN ESCAPADO DE CONTENCIÓN: SCP-ES-XXX, SCP-ES-XXX, SCP-ES-XXX, SCP-ES-XXX. POR FAVOR, MANTENER AISLADOS SUS RESPECTIVOS RECINTOS DE SEGURIDAD. LEVANTANDO EL SISTEMA ANTI-", bla bla bla. En la mente de Eris era como parloteo, cerrar aquí, cerrar allá. De todas formas iba a llegar a dónde tenía que llegar.

"¿Por qué demonios tanta seguridad? Sólo hay que dejarlas ser" Inesperadamente, Eris soltó un «¡Wooo!» en medio de la brecha. Claro que no le importaba nada, ella era la cosa de la brecha. Dejó escapar mariposas porque se veían bonitas, claro que no son un peligro. Dejó en libertad una estatua, meh, es sólo una estatua, se ve cool. Dejó en libertad una chica mitad pulpo, mitad entidad lovecraftiana, eso es lo que vengo a buscar.

Nadie sabe cómo demonios ni cómo pasó, solo vieron unos mechones rubios y exceso de piel delante de las cámaras. El ala B-4 había registrado un globo ocular virando hacia una cámara, parecía un neandertal, mirando y colocando el ojo verdioscuro sobre la lente, golpeándolo. Por amor a Dios… y no, definitivamente no era un estereotipo de rubia tonta, eso hubiera hecho las cosas más fáciles… o tal vez era porque podía alterar la causalidad de las cosas… tal vez sí era estúpida.

Estaba en el Ala de Bio-contención cuando encontró a Casandra. Justamente Melisa Dunab estaba pasando a entregarle unas alitas de pollo; las alitas tendrían que esperar. Melisa le dio las alitas a Eris y abrió la puerta de contención. Para Melisa todo era normal, sólo abría la puerta como un experimento, estaba totalmente autorizado, y el experimento era raptar a Casandra e irse. Nadie sabe que está mal porque es su deber.

Casandra, obviamente, no quería irse. Aún pensaba que allá afuera podía haber tiburones.

"¡Ay! ¡Vamos! Sólo será una noche", claro que estaba suplicando, era la corriente.

"¿Pero por qué? No sé si… ¿pueden haber tiburones?", preguntó. Aún siendo Eris una alteradora de la causalidad, no hacía que Casandra no dejara de temerle a los tiburones.

Eris la tomó de los tentáculos y la miró a los ojos. Como perrito que ve a su amo con hambre, con esa carita de súplica, esos ojos largos, grandes, brillantes. Casandra no podía decir que no, de hecho no podía.

La mujer mitad pulpo accedió. "Ajá, ¿y cómo piensas escapar?", preguntó Casandra.

"Meh, ¿ves esas paredes? La lógica dice que son duras y no podemos traspasarlas. Y yo digo, ¡que se joda la lógica! Corre conmigo."

Eris tomó a Casandra de un tentáculo y comenzaron a correr, rumbo a la pared. En circunstancias normales, hubieran ido al manicomio. En estas circunstancias, los que estaban allí vieron a las dos chicas siendo tragadas por la pared. Y pasando de cubículo en cubículo, todas las paredes las vomitaban y comían, vomitar y comer, vomitar y comer… hasta llegar al final de la instalación. El Sitio-35 estaba en medio del Amazonas, tal vez la cosa más cercana de la Fundación era el Sitio-34, el Sitio-118, el lugar ese cerca del bosque de pinchos o cosas de portus. Pero aún así, estaban lejos.

Aún sin llegar a la tupida selva, había algo que hizo que Casandra quedara en blanco por unos segundos, torció su cabeza a la derecha, luego a la izquierda. Estaba confundida. Habían dos chicas más en el lugar, probablemente no pasaban los veintes.

Una de las chicas estaba sonriendo, era blanca, castaña, aún era adolescente, su ropa la delataba, ropa corriente de una chica corriente, en lo que cabía. Casandra no podía ver su ojos, estaban tapados por una especie de pañuelo hecho de piel humana. Como sea, al menos no olía mal. La otra era asiática, vestida con una falda hasta las rodillas y una camisa abotonada. Tal vez ya alcanzaba los veintes. Su cabello era oscuro, lacio, ojos marrones, nada anormal, tal vez demasiado tímida, ella veía de reojo a Casandra y a Eris. Por otro lado, había un gramófono, de esos de antaño. Tampoco tenía mucho sentido.

Pero, Casandra no estaba confundida por las chicas en si, ni por el gramófono. Estaba confundida porque estaban sentadas… en el aire, flotando, como en una especie de asientos.

"¿Te gusta? Es mi jet, mi jet invisible", soltó Eris con orgullo.

"Eh, sí… esto, pues… ¿qué demonios es esto?" La confusión llegó a niveles escatológicos, y eso que el nido de rata de donde venía tampoco era muy coherente.

"Shh… lo sé, lo sé, sólo… ponte al lado de Misha y disfruta. Haz como si te sentaras, sentirás el asiento."

Casandra simplemente hizo caso a las instrucciones. Caminó hacia la que creía que era Misha, estaba claro, no podía ser la asiática, ni el gramófono, sino, Eris lo hubiera dicho. De pronto, algo golpeó la cara de Casandra, como un ciego sin un guía; había golpeado un poste de electricidad. Se estremeció y dio un paso atrás, acariciando su nariz, inhalando y exhalando lentamente sólo para no gritar más de lo que lo había hecho. "Oh, sí, abre la puerta", era lógico, ¡pero no podía ver nada!

La chica pulpo tanteó hasta encontrar algo parecido a una manilla y haló. Dio un brinquito y entró. Ella no se había dado cuenta antes, pero por un momento vio a la que ella creía que era Misha reírse, a la asiática viendo de reojo y al gramófono dar una tonada. Cualquiera se reiría con esa comida de puerta.

Eris se montó adelante. Como si fuera una piloto, haló algo, empujó algo, volteó algo y tomó un volante de algo. Presionó el pie en algo y las chicas se levantaron del suelo. Sí, definitivamente era un jet. Como sea, era un jet bastante pequeño.


"¡OH! Así que había un gramófono con nosotras. Claro, claro, Naomi. No lo recordaba… ¡OH DIOS MIO! ¡Naomi! ¿¡Sabes dónde podría estar!? ¡Tal vez ya la estén subastando!", dijo Eris tomando de los hombros a Casandra y meneándola de adelante hacia atrás.

Casandra se sorprendió por un momento, apartando a Eris y calmándola.

"Quédate tranquila, ella tampoco está tan lejos. Probablemente se quedó en el lugar donde estábamos anoche. Recuerda que no puede estar tanto tiempo fuera del gramófono", contestó Casandra.

Las dos retomaron su camino por la playa.

"Sólo espero que Misha siga con su banda…", dijo Eris, algo preocupada.

"Misha no va a matar a nadie mientras no sepa lo suficiente… Espero, ¿no era así?"

"Pues sí. No sé en qué demonios pensaba trayendo una adolescente."

"Dos adolescentes", hizo hincapié Casandra.

"Ay, por favor, Naomi vive desde el año de la pera. No es tan señorita como creemos."

Casandra dio un suspiro, más de cansancio que de calma, "de todos modos, no nos pueden arrestar. Pero bueno, ¿no puedes utilizar tu jet para llevarnos a donde está Ryu?", dijo Casandra entre molesta y agotada.

"Uhhh… eso quisiera, pero la verdad es que me duele mucho la cabeza para eso. Y me estás contando esto, quiero saber qué fue lo que pasó sólo para tener una buena excusa."

"¡¿Cual excusa?! ¡Eres una maldita cambia-historias!"

"Lo sé, lo sé. Pero es parte de mí, necesito excusas coherentes para que mis poderes sigan."

"¿Y cuál era tu excusa para tu jet invisible?"

"Tenía flojera de caminar. Ahora bien, sigue el cuento."

Casandra la miró de reojo, tenía ganas de tomarla por el cuello, ahorcarla hasta que su cabeza fuera una mora y sus ojos fueran como huevos a punto de romperse, con las pupilas como yemas saliendo de sus cuencas… De todos modos, también necesitaba una excusa para que no le quitaran sus libros, películas y clases de español. Así que respiró profundo, y se calmó. Era una buena chica después de todo. Y claro, los tiburones estaban por ahí. "Uhmm…", refunfuñó, "bien. Como iba, entonces empezamos a ascender…"


Algo empezó a tocar a Casandra desde el asiento trasero. Pensó que era la asiática, pero no. Al lado del gramófono, en un asiento que parecía mantenerse fuera del jet, estaba otra chica. Probablemente menor que Misha. Con una franelilla holgada por los costados y muy larga, casi como una bata, con uno short. Como las demás, piel pálida. Su cabello era negro, entorchado, sus ojos eran—

"¡Hey! ¿Así que tú eras la que faltaba? Vamos a hacer un fiestón, así que conoce a las güeritas. Soy Naomi."

Por un momento, Casandra volvió a estar confundida, ¿de dónde había salido? Luego vio el gramófono y unió los cables. Claro que sí, ella era el gramófono. Y hablaba en un acento extrañamente rítmico, con tono exaltado, como si este fuera su último día y tuviera que vivirlo al máximo.

"Esta güera de aquí se llama Ryûnosuke. Nombre chino extraño, bien emo. Ella está aquí para traernos atención, ¿sí o no?", dijo, moviendo sus cejas de forma lasciva.

Al lado de Naomi, prorrumpió Ryu, "¡por favor! Te he dicho veinte veces que no soy china, ¡soy japonesa! ¡Entiéndelo! Hay una diferencia, los chinos son más regordetes y feos. Y no sé cómo demonios les puedo dar atención", soltó un sonoro «¡jah!» con desprecio y orgullo, y volteó sus ojos hacia otro lado, volviendo sus labios a la tristeza y timidez.

"Jajaja. Oh sí, será emo, pero para quejarse, es ella. Le tenemos aquí como un cebo, a todos les gustan las chicas timidas, ¿apoco no, eh?", dijo, dando ese tono lascivo de antes, dibujando una risita en su rostro.

La mirada de Naomi viró hacia Misha, "esta de aquí es Misha. Ostias, chavales, me cago en la puta, leñe", y terminó con una risita. Cada s que pronunciaba sonaba más fuerte de lo normal, con más saliva, en otro acento extraño para Casandra, pero muy familiar para Misha, quien se sintió ofendida.

"¡Oye! Naomi, joder. Ya te he dicho que el hecho que sea española no quiere decir que tenga que hablar como española, ¡me cago en tus muertos!", fue un resbalón léxico. Obviamente era imposible que no hablara como española.

"Ella tiene este cuero en sus ojos. No huele mal, al menos. Es para que no se le vea lo bizca", Naomi soltó una risita cariñosa.

"Ummm… sólo ten en cuenta que pueden pasar cosas malas si me quito esto. Eris me ayuda a caminar, así que… no sé por qué vine. Igual, no puedo ver" Misha volvió su mirada al suelo, que obviamente no era suelo sino una gran extensión de bosque y río que veían desde muchos metros de altura, y claro, Misha no veía nada.

"Cállate Misha, te traje porque te quiero", dijo una voz delante de las chicas, en una voz casi de madre, era Eris. "¡Bip bop! Aquí la capitana Eris Rotermaier. Pronosticamos un buen clima y un mejor día. Pongan una sonrisa en sus caras. Espero que ya hayan conocido a Casandra, no pregunten por qué la traje, sólo es una de las pocas chicas que conozco…", hubo un breve silencio, "sí, bueno, también estaba Lucy, esa bestia… tiene un… ni si quiera sé si es hembra. Como sea, no es un buen chihuahua", seh, definitivamente Lucy no era la primera opción que te pasaba por la mente cuando pensabas en fiestas, ni en una mascota.

"Entonces… tú eres Casandra. ¿Eres un pulpo? Mmm… vaya, lo curioso es que no hueles a playa. Un punto extra. Y dime, ¿qué haces con esos tentáculos cuando nadie te ve?", la lascivia de Naomi no tenía límites.

Casandra frunció el ceño, mirando acusativamente a Naomi, y a pesar de eso, no sabía si responder furiosa o sarcásticamente, "lo que haga con mis tentáculos sólo le atañe a—", Casandra volvió el ceño a su posición normal mientras Naomi la interrumpía.

"¡A LA VERGA! ¡UNA GRINGA! Eris, esto no era lo que acordamos."

"Cállese a la verga", dijo con un tono igual de rítmico que el de Naomi, "esta chica es puritita sangre latina. A pesar de que viene del Mar. Pero llese zorra, al menos habla español. Curiosamente no sabe nada de inglés."

"Oh, ummm… ya no puedo llamarla gringa entonces", Naomi ahora tenía una cara triste poco creíble en su rostro.

"No, no puedes", dijo Eris, "pero tú eres la de los comentarios ácidos. Invéntate algo."

"Uh, como sea. Ya que estamos todas, ¿podemos sacar la cosa?", dijo Naomi en un tono sumamente macabro.

Las pupilas de Casandra se agrandaron, Ryu por un momento había volteado a prestar atención y Misha había levantado su cabeza, escuchando atentamente.

"¿La cosa?", vino a preguntar Misha, algo tímida, al parecer.

"¿Eh? ¿Qué cosa? Yo-yo la verdad no quiero tener nada que ver con esa cosa, no se escucha bien", razón tenía Ryu. A los oídos de todo el mundo, la cosa sonaba como algo muy mal, un pecado. Algo que sólo podías hacer en tus más turbios sueños de naturaleza para nada horripilante.

"Definitivamente, nos falta algo para llegar, pero puedes ir sacando la cosa", Eris hizo que la cosa recuperara su tono oscuro y turbador.

Casandra no sabía dónde demonios se había metido, por qué, por qué se había ido de su lugar bonito, sin tiburones, fresquito. Sólo podía pensar en tiburones haciendo cosas al pensar en la cosa.

"Nunca en mi vida había conseguido material como este. Tiene un sabor que ufff… cuando se abre, y está agitado, sale un montón de cosa blanca, desperdigada, y el tamaño, el grosor es, seh", definitivamente se saboreaba algo con sumo placer, "definitivamente es como para quedar satisfecha y no levantarse durante una semana."

Los ojos de Ryu se fueron hacia adelante, estaba turbada. Agitada, quería salir. Misha también, por amor a Dios, era muy joven para esta cosa, y si llegaba a pasar, iba a quitarse la venda y a la primera oportunidad, ¡pum! Le volaba los sesos. Casandra sabía lo que era, y quería bajarse del jet. Tal vez cuando volvieran a ponerse encima del rio. Todas tenían ese sentimiento de saber qué era exactamente esa cosa. Naomi las veía desde el asiento trasero, con una risita leve, macabra, una criminamental. Todas lo sabían, la cosa no era nada más que una gran y vigorosa—

"¡Saca la botella de champaña, Naomi!", gritó Eris.

Fue como si uno de esos grandes montículos de hielo que encuentras en la Antártida fueran lanzados sobre un volcán a punto de estallar, y lo apagara. Esta cosa si era controlable.

"Tardé varias horas en pensar mis palabras. ¡Que cochinas!", soltó sus palabras en tono de burla, "como sea, ¡brindemos!", volvió Eris.

Naomi sacó la botella de detrás de su asiento, curiosamente, no se veía nada. Tenía un aspecto blanco, jamás en sus vidas habían bebido eso, excepto Naomi y Eris, porque eran unas malditas alcohólicas, y tal vez Casandra porque tenía los años de la pera. El corcho hizo un ruido peculiar, y un poco de espuma empezó a salir de la botella, y detrás del asiento de Naomi también salieron unas copas.

Por algún motivo, la fragancia que destilaba la botella era la de un remedio poco querido, era muy fuerte. Todas pensaron que seguramente era un gusto adquirido.

"Venga, brindemos por nosotras y esta noche", dijo Eris quien ahora había dejado el jet andando solo. Los asientos apuntaban a una misma dirección, pero Eris volteó los de Casandra y Misha y ella se colocó detrás de ellas. Hizo un chillido de emoción mientras su rostro pintaba una gran sonrisa de satisfacción.

Una a una, le fueron dadas sus copas, cada una oliendo la suya. Sí, era un olor bastante fuerte, añejo, no muy agradable para una dama normal. Parecía que no era fino, en ningún aspecto.

"Porque sea una noche especial", brindó Eris y le siguieron las demás, incluso Ryu, quien se resistía, y aún con su cara apagada, pero al final dejó salir una leve sonrisa de su cara.

Todas estaban contentas, y tomaron un trago.

Era dulce como el demonio, como agua con azúcar, pero más fuerte. Fue un trago difícil de pasar, pero todas tragaron el líquido.

"Si, no estuvo mal", dijo Misha. "Entonces, pues, ¿qué vamos a hacer ahora?"

"Es una buena pregunta, Misha", contestó Eris, "ahora vamos a—"


"Luego dijiste que íbamos a una montaña, pero la verdad es que luego de eso sólo recuerdo retazos de aquí y allá", dijo Casandra.

"Uh, entonces tu memoria no es del todo infalible. Uh…", otra vez el rayo en su cabeza, "creo que tal vez podemos conseguir algo más de información de las otras chicas. Por cierto, ¿dónde crees que esté Misha?"

"De eso no tengo ni la más mínima idea. Supongo que tendremos que conseguir a las otras para saberlo."

"Ahora mismo me viene a la mente que te montaste en un elefante. Por alguna razón Misha estaba levitando. Naomi servía como taburete de bebidas. Pero lo que más me perturba, es lo de Ryu."

"¿Que hacía?"

"No sé si soy yo, pero creo recordar que estaba bailando… Ella. No la conozco muy bien, pero en la mayor parte de la cosa, ella simplemente se nos quedó mirando. Es, muy extraño."

"Demasiado… por cierto, ¿en qué playa estamos?"

"Déjame ver", Casandra era una experta para orientarse. "Estamos en algún lugar muy alejado de civilización, hacia el norte y al este es tierra de tiburones. Aquí en la Tierra, estamos en las costas venezolanas… vaya, ¿cómo llegamos aquí?"

"Bueno, son cosas que pasan…"

A lo lejos, pudieron divisar la estatua rosa de una mujer. Pero no era piedra de lo que estaba hecha, era más como óxido, piecitas de piel desprendiéndose.

"¡Es Ryu!", gritó Eris.

"Al fin, es Ryu. Ahora démonos prisa, encontremos a las demás antes que las personas piensen que no nos fuimos a experimentar."

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